Por Daniel Sandoval, periodista y Vivian Franco, abogada.

Hoy enviamos un afectuoso abrazo lleno de cariño y memoria a la familia de Karin Salgado, especialmente a su hermana Claudia, en este día en que se cumplen seis años sin Karin. Su historia, marcada por el sufrimiento derivado de un acoso laboral sistemático, se transformó en una bandera de lucha que cambió la legislación chilena y abrió el camino hacia espacios laborales más respetuosos y justos.

A seis años de su partida, Chile debe agradecer la fuerza y el coraje que surgieron de esa tragedia. Las cifras del primer año de implementación de la llamada “Ley Karin” son elocuentes: más de 10.500 requerimientos de Atención Psicológica Temprana, de los cuales el 81% se vinculan a situaciones de eventual acoso laboral. Nunca antes el país había tenido un despliegue preventivo de esta magnitud. Se trata de un avance histórico, tanto en el reconocimiento del daño psicosocial como en la visibilización del sufrimiento silencioso de miles de trabajadoras y trabajadores.

Sin embargo, los obstáculos persisten. Si Chile quiere prevenir, sancionar y reparar efectivamente el acoso y la violencia en los espacios laborales, no basta con dictar leyes: se necesitan presupuestos realistas y sostenibles para su correcta implementación. Y en ese aspecto, el Estado de Chile ha fallado. La ley que honra la memoria de Karin Salgado representa un hito legal y cultural en la garantía del derecho a trabajar con dignidad, pero aún no hemos podido ver todo su potencial. La falta de recursos ha frenado capacitaciones, retrasado procesos investigativos y limitado la respuesta institucional frente a las denuncias.

Los lugares de trabajo no pueden seguir siendo espacios donde tantas personas experimentan daño psicosocial, normalizado bajo la lógica del abuso de poder, la indiferencia institucional o el miedo a denunciar. Este problema estructural no se resuelve con discursos de ocasión, sino con voluntad política, inversión pública y control social efectivo.

Además, esta desprotección está directamente relacionada con la ola de discursos de odio que ha proliferado en el país, especialmente en el contexto electoral. Resulta alarmante escuchar a ciertos candidatos y sectores que, sin pudor, buscan retroceder en conquistas laborales y de género, minimizando la importancia de esta ley o incluso proponiendo su derogación. Esa irresponsabilidad política no solo desconoce el dolor que dio origen a la norma, sino que también amenaza con reinstalar la impunidad en los espacios de trabajo. Es un discurso que sólo puede gustar a quien está cómodo con maltratar.

Desde La Araucanía, tierra donde nació la lucha de Karin y su familia, hacemos un llamado a mantenerse alertas y movilizados frente a cualquier intento de retroceso. Quienes vivimos en regiones sabemos que el abuso laboral no es una excepción: es una práctica cotidiana que sigue cobrando salud, estabilidad y vidas. Defender la Ley Karin es defender el derecho básico a trabajar sin miedo, con respeto y con justicia.

Porque seis años sin Karin son también seis años de compromiso. Su nombre nos recuerda que ninguna vida debe ser perdida para que el Estado actúe. La verdadera reparación será cuando cada persona en Chile pueda trabajar sin temor, sabiendo que detrás de la ley hay un país que cuida, escucha y protege.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

no estas autorizado para copiar este contenido