Por Cristián Correa

gerente comercial de Dripsa


Cada 22 de marzo, en el Día Mundial del Agua, el mundo reflexiona sobre la importancia de este recurso esencial. En Chile, país que enfrenta una crisis hídrica sin precedentes, la urgencia por gestionar el agua de manera eficiente se ha convertido en un imperativo estratégico. 

Según datos de la Dirección General de Aguas (DGA), el 76% del territorio nacional enfrenta algún grado de sequía, mientras que las precipitaciones han disminuido hasta un 30% en las últimas cuatro décadas. A esto se suma la sobreexplotación de acuíferos y la creciente demanda del sector agrícola, que representa cerca del 72% del consumo de agua en el país.

Frente a este panorama, el riego tecnificado no solo es una alternativa viable, sino una necesidad impostergable. Tecnologías avanzadas, como el monitoreo en tiempo real y el uso de telemetría permiten manejar el riego a través de un computador o un teléfono y saber la información en línea del riego para los cultivos. Estas soluciones han demostrado reducir el consumo de agua en hasta un 60%, al tiempo que aumentan la productividad agrícola en un 20% o más. Sin embargo, en Chile, solo un 40% de la superficie agrícola cuenta con riego eficiente, lo que revela un enorme potencial de mejora.

La transformación digital del riego es el siguiente gran paso. La integración de plataformas que combinan datos meteorológicos, imágenes satelitales y algoritmos predictivos permite gestionar el recurso hídrico con una precisión sin precedentes. Israel y Australia han liderado este camino, logrando optimizar su consumo gracias a modelos de riego dinámico y gestión hídrica basada en big data. Chile, con su variada geografía y su dependencia del sector agrícola, debe acelerar su adopción de estas tecnologías para garantizar la seguridad alimentaria y la resiliencia climática.

El desafío no es solo tecnológico, sino también financiero y regulatorio. La inversión en infraestructura de riego sigue siendo baja, y es fundamental que existan incentivos para la modernización del sector. La articulación entre el Estado, la academia y las empresas es clave para desarrollar estrategias que permitan una transición rápida hacia un modelo de gestión hídrica más eficiente y sostenible.

La pregunta clave es: ¿seguiremos postergando la modernización del riego hasta que la crisis sea irreversible o asumiremos el desafío ahora, con visión de futuro? La sostenibilidad hídrica del país dependerá de la respuesta que demos hoy.

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